Faltan de mantenimiento general.
El botón de la cisterna se cae, algunas luces no funcionan, la puerta del WC roza y se atranca en el suelo, el sujeta alcachofa de ducha estaba roto, imposible ducharse usando dos manos. Por otra parte, la ciudad es ruidosa, muy ruidosa por culpa de la adicción al coche de la población portuguesa, pero eso no es excusa para poner unas ventanas decentes, y en este hotel acercas una vela a la ventana cerrada y se podría apagar, no está bien rematado.
El personal sin mas, están siempre vigilando que no entre nadie ajeno al hotel, y poco más.
Sólo dan una llave magnética para la reserva de la habitación. Llevad el móvil a mano, por qué en los descansillos de cada planta no hay apenas luz. Son 6 habitaciones por planta, todas junto al ascensor, y solo un ascensor para todo el edificio.
El desayuno típico, no esperes jamón serrano, tan solo pavo y mortadela o similar. Algunos dulces (los peores pasteles de nata de Lisboa y Oporto que probamos), algo de fruta (melón, plátano, etc) y zumos con sabor justo, pero ninguna indicación de alérgenos por ninguna parte.
Colchón de muelles de principios de siglo o finales del anterior