La habitación estaba en un cuarto piso al que se accedía escalando una escalera, empinada con escalones que apenas cabía un pie. En los 4 días que estuvimos no limpiaron la habitación. Las fotos muestran otra cosa. Paredes de cartón, a través de las cuales se escuchaba el crujido de los catres de la habitación lindera ( no se pueden llamar camas) . El habitáculo donde se encontraba el inodoro, era tan pequeño que te chocabas con las paredes. El desayuno, más que elemental, solo queso sin fiambres . Seguridad dudosa. Un código de ingreso al hotel y una llave de ingreso a la habitación que cualquier huésped puede duplicar y todo esto por el precio de 150 euros por noche. En síntesis relación precio calidad altísimo, nada recomendable. Lo único rescatable fue el personal.